Uff, parece que tu hijo tiene el “sueño cambiado”. Esta frase resuena como una sentencia irrevocable en los angustiados padres. Porque si hay algo que genera mucha ansiedad y cansancio, especialmente en la mamá primeriza, es no lograr que los niños puedan dormir.
En el transcurso de las últimas décadas han surgido diversas teorías y pautas para abordar el problema de sueño infantil. Algunas han sido más drásticas que otras y cada una tiene sus partidarios y detractores.
Mientras los padres se preguntan si ¿es posible “enseñar a dormir” ?, conversamos con el pediatra Guillermo Boldrini para aclarar algunas dudas. El médico es claro al señalar que los trastornos del sueño están en directa relación con la forma de vida moderna que hemos asumido, que atenta contra los ritmos naturales y la formación de hábitos en las personas, especialmente en sus primeros años de vida.
“El insomnio en los niños es un problema de carácter epidémico que ha emergido en las últimas décadas. Hace 50 años atrás era muy raro ver a un niño que se despertara a medianoche o que tuviera dificultades para conciliar el sueño”, señala.
Para el Dr. Boldrini, el dormir cumple la función de reparar el organismo físico agotado con la actividad diurna. Si no se duerme bien se introduce un obstáculo en los procesos metabólicos de formación y crecimiento del cuerpo, los que a su vez dificulta el despliegue de la vida consciente durante el día.
En el tema del sueño influyen distintos factores y cada uno de ellos debe ser evaluado cuidadosamente frente a cada caso en particular, para tomar las directrices terapéuticas adecuadas.
1-Entorno
El entorno donde vivimos está sobrecargado de estímulos. En las ciudades modernas el nivel de ruido sobrepasa con creces los límites permisibles para la Salud humana. Nos preocupamos mucho de la contaminación del aire que respiramos, pero no ponemos igual énfasis en la contaminación acústica. Esto se hace más insoportable porque, además, la mayoría de las construcciones no cuentan con un sistema adecuado de aislamiento acústico.
A lo anterior se suma la contaminación acústica dentro del hogar, con la costumbre de usar distintos medios audiovisuales con volumen alto o con audífonos/auriculares que incrementan el daño.
Otra cosa que afecta negativamente es la moda de la estimulación precoz de los niños para que sean más despiertos e “inteligentes”. Un bebé necesita tranquilidad y dormir mucho en esta etapa de crecimiento rápido y con un intenso metabolismo.
En el último tiempo han aparecido dispositivos que generan un sonido monótono que se denomina “ruido blanco”, que en el fondo enmascara el otro “ruido” de fondo que el niño tiene por el sobreestímulo. En ningún caso es la solución ideal, ya que no permite la tranquilidad y silencio necesarios para un buen sueño reparador, especialmente en la etapa infantil. Potencialmente, si esos aparatos no están bien calibrados pueden producir daño acústico en el oído de un niño que todavía está completando su maduración.
2.Alimentación
La alimentación inadecuada afecta el sueño de los niños. Por ejemplo, cuando comen demasiado, a cualquier hora, sin respetar ritmos fisiológicos, con exceso de alimentos grasos difíciles de digerir, azúcares y estimulantes en todo tipo de golosinas y bebidas de fantasía, bloquean la inducción del sueño. A ello hay que sumar la cantidad de aditivos químicos que incorpora la alimentación industrializada, convirtiéndola en una comida pesada y altamente adictiva, interfiriendo sin duda con el sueño.
Lo ideal es que un niño tenga un entorno silente, tranquilo, cálido, hermoso, donde sienta a los adultos dedicados a su cuidado, llenos de cariño y solicitud. Antiguamente, el instinto maternal aportaba de manera natural estas condiciones generando un “nido” donde el niño crecía de manera segura. Las nodrizas, por ejemplo, alcanzaban de manera espontánea ritmos de alimentación sincrónicos con los lactantes que eran de 3 a 4 horas. Esos ritmos se deben establecer desde que el niño nace, para permitir que tanto su fisiología digestiva como la de la madre se puedan llevar a cabo de manera satisfactoria y sin agotamiento. Si no se logra un ritmo ordenado con la alimentación, será difícil alcanzar un ritmo con el sueño y la vigilia. ¡Si se ordena el día, la noche se ordena a continuación!
3.Emociones
También hay factores anímicos y emocionales que interfieren con el buen dormir. Estos son muy habituales y muchas veces son difíciles de detectar, ya que dependen de los padres. Ellos, por su forma de vida, no pueden reconocerlos y modificarlos.
En nuestra civilización moderna las horas de sueño y descanso se ven reducidas y la alimentación es rápida y de mala calidad. Así, los niños se ven arrastrados en esta vorágine y no logran formar ritmos ni hábitos de sueño, alimentación, juego y vida en familia. Esto es altamente nocivo para la Salud física y emocional de un ser que llega a este mundo.
No hay que olvidar que el niño en sus primeros años es simbiótico con la condición emocional de sus progenitores, especialmente con la madre. Toda la emocionalidad negativa será traspasada generando trastornos conductuales donde el sueño es el primer afectado.
4.Enfermedades
Hay enfermedades que afectan el dormir: patologías respiratorias frecuentes en la infancia, cuadros febriles, trastornos digestivos dolorosos y alergias especialmente de la piel que producen picazones intensas. Todo esto afecta el buen dormir y rompe con los hábitos. Se agrava por el alto nivel de prescripción de fármacos como broncodilatadores, corticoides, antialérgicos y psicofármacos que, por sí solos, producen insomnio en muchos niños.
5.Características individuales
Hay factores individuales que tienen que ver con la constitución particular de cada niño. Hay personas que necesitan dormir poco, otras mucho, hay niños muy activos físicamente que fácilmente se aceleran en el día, hay otros que pasan ensoñados sin moverse de su lugar, etc. Todo esto debe ser tomado en consideración para la formación de hábitos en cada niño y equilibrar sus tendencias de manera integral.
Bienestar para dormir
Frente a la complejidad de la vida moderna y sus consecuencias en la Salud de las personas, el doctor Boldrini señala que se debiera trabajar por alcanzar condiciones más favorables para el desarrollo de todos.
“Hay que ir a la causa última que genera las anomalías de nuestra vida cotidiana. El uso de medicamentos inductores del sueño puede romper momentáneamente el círculo vicioso en el que estamos sumidos, pero no soluciona el problema y crea dependencias y debilidades a futuro. Ser respetuosos por la condición del bebé significa una gran cuota de sacrificio en estas condiciones, de entrega paciente y tolerancia hacia una paternidad responsable que debe sobreponerse a las adversidades del medio. Ayudan los medicamentos naturales y homeopáticos, pero deben contextualizarse en un cambio positivo del entorno del bebé, bajo la mirada integral de un profesional con experiencia”, señala.
En estos meses en que las familias se han visto forzadas a vivir encerradas en cuarentena no solo se han perdido todos los horarios de actividad diurna, sino que también se han generado tensiones muy nefastas en las dinámicas relacionales que afectan a todo el núcleo familiar, por ello los trastornos del sueño se han trasformado en un motivo de consulta habitual.
Fuente: Sonríe Mamá